En 1536, el conquistador español Diego de Almagro viajó hasta la actual capital de Chile, Santiago, para
iniciar la conquista de Chile, pero el difícil viaje y la escasez de oro lo hicieron volver prontamente a Perú. Seis años
después, otro español, Pedro de Valdivia, inició la conquista definitiva al fundar Santiago, en 1542. Durante los primeros
años, los españoles dividieron las tierras, organizaron a los indígenas y se dedicaron a traer al mayor número de colonos
posible para consolidar su presencia en este nuevo territorio. Sin embargo, al avanzar hacia el extremo sur del país, los
españoles se encontraron con los Mapuches o Araucanos, un pueblo guerrero que opuso gran resistencia a la dominación española.
Durante largo tiempo, indios e ibéricos se disputaron centímetro a centímetro
el territorio en duras batallas. Esta situación llegó a su fin en 1599, cuando los nativos lograron destruir todas las fundaciones
españolas al sur de Concepción (actual Octava Región). La gran tenacidad y bravura de los mapuches les significó a los españoles
grandes sacrificios y esfuerzos por recuperar estos territorios. De hecho, sólo pudieron restablecer su dominio en la región
tras 300 años de constantes luchas y batallas. Esto se conoció posteriormente como la Guerra de Arauco.
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